En coordenadas distantes de la geografía nacional, tres mujeres (dos de ellas ya fallecidas) brillaron durante muchos años con una luz intensa en el ámbito del textil artesanal, por la belleza y la perfección de sus tejidos y la maestría en la ejecución de técnicas antiguas —y su rescate, en ocasiones—, entretejiendo en sus telares cultura y tradición: Justina Oviedo (1938-2013), de San Mateo del Mar, Oaxaca; Florentina López de Jesús (1959-2014), de Xochistlahuaca, Guerrero, y Martina García Cruz (1941), nacida en la comunidad de El Mejay, en el estado de Hidalgo. A estas tres insuperables tejedoras, la maestra Teresa Pomar las bautizó como las “tres Tinas”.

Ha dedicado su vida al tejido, sin dejarlo un solo momento, y se convirtió en su medio de subsistencia: “Me encontré con el telar de cintura porque era mi destino. De otra manera, no imagino mi vida”. Martina elabora quexquémitl, rebozos, morrales, blusas, manteles y vestidos, entre otras piezas, a base de hilos ya sea de algodón o de ixtle. El algodón lo compra industrializado y el ixtle lo extrae de las pencas del maguey, realizando todo el procedimiento. En ocasiones tiñe ella misma los hilos, con tintes hechos a base de granada, cáscara de nuez, barbas de león, cempasúchil y ciertas tunas nativas.

Hila los hilos con malacate antes de pasarlos a las lanzaderas, para después enrollarlos en ellas. Hace los amarres de cada uno de los hilos y luego pasa otros por la urdimbre para obtener el tejido. El telar consta de dos barras que sostienen la urdimbre y uno o varios lizos. Sus piezas las teje con la técnica de doble vista, la cual consiste en tejer con dos series de hilos de urdimbre y dos de trama, generalmente de distinto color. El resultado es una tela reversible, en que las dos caras del tejido son iguales; se ven al derecho y del revés, luciendo la misma labor, pero con los colores invertidos.

Siempre ha estado muy agradecida con las enseñanzas que le dejó la maestra Margarita y es por ello que no duda en dar cursos de telar de cintura a quien quiera aprender, y desde muy joven ha capacitado a mujeres de diferentes comunidades del Valle del Mezquital, incluida su hija, MARÍA TRINIDAD GONZÁLEZ GARCÍA (1968): “Es mi manera de dar gracias por todo lo que el telar de cintura me ha dado”.