Museo Kaluz

El jardín de Velasco

Del 26 de octubre de 2025 al 25 de mayo de 2026
Salas temporales del Museo Kaluz

Horarios de visita: Miércoles a lunes de 10:00 a 18:00 h. Martes cerrado

Entrada general: $95 mxn | Miércoles entrada gratuita

Estudiantes nacionales, profesores nacionales e INAPAM: $50

Visitantes menores de 12 años: entrada gratuita

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El Museo Kaluz presenta El jardín de Velasco, una exposición sin precedentes que revela la dimensión más íntima, científica y botánica de José María Velasco (1840–1912), el artista que transformó la manera de representar y comprender el paisaje mexicano.

Introducción

Adquirido en 2023 por el Museo Kaluz a María Elena Altamirano Piolle, bisnieta del artista, quien durante años se dedicó a reunir, conservar e investigar este valioso archivo familiar, el Acervo José María Velasco está integrado por más de 2,500 piezas inéditas —pinturas, libretas, bocetos, cartas, manuscritos, libros y objetos personales— que revelan al creador desde su faceta naturalista, científica y artística hasta su vida íntima. El título de la exposición, El jardín de Velasco, alude al Valle de México como su territorio de estudio y contemplación, un espacio donde arte y conocimiento se entrelazaron en la mirada del pintor. Desde sus apuntes botánicos hasta sus grandes paisajes, la naturaleza fue el centro de gravedad de su producción.

Una lectura inédita del artista: arte, ciencia y botánica

La exposición propone una aproximación al artista a través de ocho secciones que invitan a recorrer su pensamiento visual y científico:

Pintor y científico

La producción artística de José María Velasco está estrechamente vinculada con las prácticas científicas del siglo XIX. Además de pintor, fue un investigador y autor que participó activamente en el papel cada vez más protagónico de la ciencia en las sociedades decimonónicas. Formado en la Academia de San Carlos bajo la tutela del pintor italiano Eugenio Landesio (1809-1874), compartió con su maestro el interés por la geología y la botánica.

A través de sus pinturas y publicaciones, Velasco contribuyó a conformar un imaginario mineral, zoológico, botánico y arqueológico, campos de conocimiento fundamentales para dar sentido al tiempo geológico, el pasado antiguo y las regiones naturales del país.

Las obras reunidas en esta sala dan cuenta de su carrera multifacética, que abarca desde su participación en exploraciones arqueológicas hasta su intervención en el debate sobre el evolucionismo. El legado visual aquí presentado nos permite acercarnos al observador naturalista cuyos trazos fueron ejercicios de conocimiento.

Flora del valle de México

En 1869, José María Velasco creó Flora del valle de México, una publicación de dieciocho litografías de plantas de la cuenca de México, que revelan a un pintor que también fue botánico. No sólo fue un dibujante, sino también recolectó y clasificó ejemplares, elaboró las litografías y se encargó de la descripción y edición.

A raíz de esta publicación, Velasco ingresó a la Sociedad Mexicana de Historia Natural, donde impulsó el proyecto de una flora nacional que debía extenderse por todo el país. En esta sala se exhiben las láminas y los bocetos de la obra del artista junto con ejemplares de las mismas especies de la colección del Herbario Nacional.

Interrumpida por falta de suscriptores, este trabajo reflejó un ideal científico que buscaba la continuidad entre la recolección y la publicación de la flora mexicana. Los diferentes formatos en que aparecen las especies nos conducen al proceso material y visual en el que conviven formas de coleccionar, observar y producir una estética botánica.

Comunidades botánicas

La obra botánica de Velasco se inscribe en el intenso intercambio global de especímenes y publicaciones que caracterizó el siglo XIX. El pintor también participó en las relaciones internacionales establecidas a través de la ciencia. El pintor participó activamente en las redes internacionales de investigación científica. Un ejemplo de ello es la especie Lennoa madreporoides Llav. Lex., una planta recolectada por el botánico alemán Johann Wilhelm Schaffner, que Velasco dibujó para la revista La Naturaleza.

La circulación de especímenes botánicos como éste permitió la creación de grandes colecciones de plantas mexicanas en todo el mundo. Estos herbarios hicieron posible la publicación de importantes estudios sobre cactáceas que Velasco retomó en sus propias investigaciones. Esta geografía marca el horizonte científico del pintor y la botánica de su tiempo.

De plantas a medicamentos

La observación de las plantas y la investigación médica experimental convertiría la imagen botánica en un recurso para la producción de medicamentos nacionales.

Este objetivo se persiguió a mayor escala en el Instituto Médico Nacional, fundado en 1888, donde médicos y artistas cercanos  a Velasco, como Fernando Altamirano y Adolfo Tenorio, participaron en el proyecto de dibujar la flora con el propósito  de crear una terapéutica nacional.

A partir de colaboraciones como las que mantuvo con Rafael Montes de Oca en diversas publicaciones, es posible mostrar que el conocimiento visual de las especies fue una herramienta para extraer recursos del mundo vivo.

Arboleda

Los árboles fueron un motivo esencial en la obra de José María Velasco. Pintados individualmente o como arboleda, fueron estudiados con atención: la forma de las hojas, la densidad del follaje, la textura de la corteza y el lugar donde crecían. Este interés científico y artístico dio lugar a representaciones de gran verosimilitud.

Entre sus obras destacan aquellas dedicadas a los árboles que cobraron un valor emblemático en la historia del país, como el ahuehuete de Popotla —célebre por las narrativas que lo sitúan en la llamada “Noche Triste” de 1520— o los ahuehuetes del Bosque de Chapultepec. 

El estudio de las cortezas–concretamente del fresno y del chopo– también despertó el interés de Velasco, como atestigua una de sus libretas de notas. Sus obras se exhiben en esta sala junto a una selección de maderas de la Xiloteca del Instituto de Biología de la UNAM, con el objetivo de mostrar cómo la mirada científica de Velasco hacia los árboles tuvo una influencia decisiva en su producción artística.

Floras del tiempo profundo

Aunque José María Velasco practicaba la representación del natural —pintar basándose en lo que se observa— para ejecutar la serie de lienzos encargados por el Instituto Geológico Nacional (hoy Museo de Geología de la UNAM), tuvo que viajar a períodos geológicos pasados.

El proyecto se basó en las pinturas del Museo de Historia Natural de Viena, realizadas por el pintor austriaco Josef Hoffmann (1831-1904), que Velasco tomó como referencia para pintar diez composiciones de gran formato. 

Entre todos los seres vivos representados del tiempo profundo, destacan los helechos, una de las plantas más antiguas de la Tierra. Sus restos fósiles se remontan al Devónico medio (entre 383 y 393 millones de años), cuando aún no existían las plantas con flor.

La fascinación de Velasco por el pasado remoto, simbolizada en el helecho, se aprecia en su obra que plasmó con gran expresividad en pinturas como El bosque de Pacho (1875) y Paisaje fantástico (s/f). La relevancia de esta planta como puente con el pasado se evoca en esta sala mediante dos ejemplares de helechos arborescentes de las regiones de Puebla y Veracruz, lugares que Velasco recorrió durante sus viajes.

Paisajes vivos

La presencia de las plantas en la obra de José María Velasco se enmarca en una cultura visual del paisaje centrada en el mundo natural y su relación con lo humano. El pintor se suma a la tradición paisajística que estrechó los lazos entre el arte y la ciencia.

Velasco observó con atención los vínculos entre lo inorgánico y lo vivo, así como las relaciones que unen suelos, plantas, animales y humanos. Sus dibujos y cuadernos, más que registros botánicos con un afán de exactitud, revelan la vitalidad del paisaje.

Obras como las vistas desde el cerro de Santa Isabel (década de 1870) o las diferentes perspectivas de la cuenca desde Tacubaya (década de 1880), evidencian ciclos humanos y naturales. En Volcán de Orizaba desde la hacienda de San Miguelito (1892), la abundancia de plantas individuales invita a reflexionar sobre la distribución de la flora, mientras que en Hacienda de Chimalpa (1893) muestra la huella humana sobre la tierra. Al centrarnos en la botánica de los paisajes de Velasco encontramos un mundo vivo y en transformación.

Línea de tiempo

Esta última sección reúne documentos personales, fotografías, cartas, medallas y objetos del Acervo José María Velasco y otras colecciones que revelan la vida cotidiana del artista.

Diálogos contemporáneos

El recorrido se complementa con intervenciones comisionadas de cuatro artistas contemporáneos que reinterpretan el legado de Velasco desde una perspectiva actual: 

Vía Láctea

Este trabajo de Jan Hendrix (Maasbree, Países Bajos, 1949) —la primera de las cuatro intervenciones contemporáneas presentes en la exposición— está dedicado a la flor del maguey.  Tomando como punto de partida el boceto de Velasco, Flor del maguey (s/f), el artista interpreta su morfología y contorno. Dieciséis siluetas del tallo y flor del agave trabajadas en acero pulido como espejo emiten reflejos que iluminan el espacio, creando una suma de formas aleatorias y dinámicas.

En la pintura de paisaje del siglo XIX, reflexiona el artista, las plantas son el pasaporte del paisaje, son la marca de agua que demuestra que el papel está hecho en un lugar. Tanto para José María Velasco, como para Hendrix, la flor del maguey remite ineludiblemente a México.   En la vitrina central, el artista presenta su propia versión de la flor del agave a través de dibujos, libros de su colección personal y muestras del Herbario Nacional de México de la UNAM.

El boceto de Velasco encuentra en esta sala un nuevo hábitat, un paisaje contemporáneo donde se produce el encuentro con la flor del agave en tanto ser vivo.

Registro Fósil

Patricia Lagarde (Ciudad de México, 1961) toma como eje de su trabajo la Libreta 9 del pintor, una de las piezas más importantes del Acervo José María Velasco, por reunir no sólo un gran número de dibujos botánicos sino el propio herbario del artista.

Para Lagarde en esta libreta se encuentran intervenciones, a veces inconexas, unidas por alguna relación azarosa, registrando un importante acontecimiento: el encuentro con las cosas. 

Un políptico de helechos de gran formato muestra las torsiones de estas plantas y dialoga con la hoja conocida como garra de león (Philodendron xanadu Croat, Mayo & J.Boos), en alusión a la expresiva caída de la hoja dibujada por Velasco en la primera página de su libreta.

Lagarde selecciona en cada caso particular el dispositivo y la técnica más adecuada para la consecución de la obra. Aunque el blanco y negro predomina en su trabajo, la artista elige el color para transmitir la viveza de la flor del nopal.

En el gabinete de objetos reunidos por la artista, se establece una composición vertical de elementos que transitan desde lo aéreo a lo terrestre.

Al igual que José María Velasco recorrió la cuenca de México para observar y representar del natural las plantas que incorporaría en sus pinturas, Patricia Lagarde caminó por Cuicuilco, el Bosque de Tlalpan, Xochimilco y la Tercera Sección de Chapultepec para encontrar y fotografiar las plantas reunidas en esta sala. 

Murmullos del universo

Wendy Cabrera Rubio (Ciudad de México, 1993) en colaboración con Sbethlanna González (Ciudad de México, 1992). Este tríptico fotolitográfico y la escultura comisionada para El jardín de Velasco exploran la relación de Velasco con su colega, el científico Alfonso Luis Herrera —introductor de la biología en México y director del Zoológico de Chapultepec—, quien compartió con el pintor el interés por el origen de la vida. La artista ha replicado uno de los experimentos realizados por Herrera, aquellos que dieron origen a su teoría de la plasmogenia (concretamente el experimento de la goma arábiga), cuyo resultado microscópico se integra en esta pieza. Para ello, se utilizaron materiales de la época y se siguió fielmente el procedimiento que en su día realizó Herrera para visualizar una imagen similar a la que obtuvo el científico. Interesada por la institución de la ciencia durante el siglo XIX, Cabrera traza una conexión entre los experimentos de Herrera y las investigaciones sobre el ajolote de Velasco, a través de la alegoría y elementos simbólicos alusivos a la visión de los dos investigadores sobre el desarrollo de la vida en la Tierra. Las fotolitografías están intervenidas con acuarela y dibujos vegetales, y se acompañan de un bordado con una selección de fragmentos de los poemas escritos por Herrera entre 1937 y 1941 en el libro Murmullos del universo, un compendio de 120 poemas dedicados a la evolución. 

Consejo de plantas

En Consejo de plantas, Ariel Guzik  (Ciudad de México, 1960) propone una configuración en la que un grupo de plantas, un instrumento de cuerdas y las personas visitantes crean una dinámica triangular donde alternan sensibilidad, expresión y expectancia.

Una suculenta (Portulacaria afra), elegida por su notable atentividad y viveza, funge como ejecutante del laúd y vocera del consejo. En sus hojas se colocan electrodos que conducen hacia los circuitos y las cuerdas del instrumento, cuyos murmullos eléctricos generan una forma de canto o de lenguaje vegetal.

El artista dispone el consejo de plantas y la suculenta ejecutante en primer plano, en torno al laúd. Otro grupo de plantas conforma un público que, en segundo plano y junto a las personas visitantes, constituye el principal entorno de influencia ante el consejo.

La investigación de José María Velasco también se basaba en la observación, aunque orientada a la búsqueda del conocimiento científico y a los fines taxonómicos propios de su época. El contraste entre Velasco y Guzik en esta exposición genera un diálogo entre dos formas distintas de aproximarse a la ciencia, ambas expresadas a través del arte.

Laboratorio Expandido

En el marco de la exposición El jardín de Velasco, se presenta Laboratorio expandido, un lugar que tiene como objetivo dar cabida a la experimentación y la reflexión colectiva a través de diversas disciplinas.  Este espacio estará dedicado a talleres y activaciones a cargo de Galia Eibenschutz, Dani Escamilla, Andrés Cota y Colectivo Amasijo. El sitio se concibe como un punto de encuentro en constante construcción, abierto al diálogo, la experimentación y la participación activa del público.

Inspirados por la figura de José María Velasco —dibujante, paisajista, científico y naturalista—, lxs creadorxs buscarán desarrollar investigaciones propias que deriven en acciones participativas. A partir de sus propias prácticas, invitarán a lxs asistentxs a explorar el paisaje desde el cuerpo, el dibujo, la materia, la escritura y la observación del entorno, propiciando un cruce transdisciplinario entre arte, naturaleza y ciencia. 

Más que talleres tradicionales, estas experiencias buscan activar al museo como un terreno fértil para la imaginación, la reflexión y la creación colectiva. El propio espacio funcionará como una construcción en proceso: mientras alberga las actividades, será también testigo de los procesos que ahí se desarrollen. Así, se transformará en un lugar de memoria que permitirá a lxs visitantxs acercarse a los registros de esos ejercicios creativos.

Estas intervenciones y programas complementarios extienden el legado de José María Velasco hacia los debates contemporáneos sobre medio ambiente, biodiversidad y representación del mundo natural, reafirmando la vigencia de su mirada en el presente.

Mediación

Dado que El jardín de Velasco ofrece múltiples capas de lectura, se diseñaron diversos recursos de mediación para atender a públicos con distintos intereses y niveles de conocimiento. Estos elementos buscan enriquecer la experiencia de visita a través de herramientas que conectan el arte con la ciencia, la historia natural y la observación del entorno.

En las salas, los recursos se enfocan en desplegar información botánica y contextual sobre la cuenca del Valle de México. Entre ellos destacan:

  • Un interactivo dedicado a La flora del valle de México,
  • El recorrido infantil “Exploradores botánicos”,
  • Fotografías contemporáneas de los paisajes pintados por Velasco, realizadas dentro del proyecto Tras las huellas de Velasco,
  • Un video introductorio sobre el concepto de ecoestética,
  • Códigos QR con información complementaria sobre las obras expuestas.
  • Ejemplares botánicos en la terraza.

Asimismo, en otros espacios del museo, se habilitó un espacio en sala para realizar representaciones botánicas, siguiendo el método de observación naturalista empleado por el artista a finales del siglo XIX. En la Sala Polivalente, el público será invitado a participar en la creación colectiva de un jardín efímero que evoque la sensibilidad de Velasco hacia el mundo vegetal. Por último, en la terraza se cuenta con ejemplares vivos que pintó el artista en el siglo XIX y los visitantes podrán consultar información de estos.

El programa público de la exposición incluirá actividades para públicos diversos: talleres con artistas, un ciclo de cine, conferencias con enfoque multidisciplinario y charlas con especialistas y académicos que han estudiado la obra y legado de José María Velasco. Estas acciones buscan ampliar los vínculos entre arte, ciencia y comunidad, ofreciendo nuevas formas de acercarse a la figura del artista.

Catálogo

La exposición contará con un proyecto editorial que revaloriza el legado de José María Velasco con rigor académico y una cuidada producción. La publicación reunirá textos de Omar Olivares (UNAM), Sara García Fernández (Columbia University), Maria Elena Altamirano Piolle (historiadora del arte y bisnieta de Velasco), Peter Krieger (Universidad de Hamburgo) y Antonio Saborit (Museo Nacional de Antropología), además de incluir diálogos con las intervenciones contemporáneas de Jan Hendrix, Patricia Lagarde, Wendy Cabrera y Ariel Guzik.

Concepto curatorial y visión académica

El concepto curatorial fue desarrollado por la Dra. Sara García Fernández y el Dr. Omar Olivares Sandoval, quienes proponen una lectura transdisciplinaria que articula colecciones artísticas, científicas y documentales para ofrecer una experiencia sensorial e intelectual.

Sara García Fernández es maestra en Historia del Arte por la UNAM y doctora en Estudios Culturales por Columbia University, Nueva York. Su trabajo se centra en las relaciones entre arte, ecología y cultura visual desde las humanidades ecológicas.

Omar Olivares Sandoval, doctor en Historia del Arte por la UNAM e investigador del Instituto de Investigaciones Estéticas, es especialista en la relación entre arte y ciencia en el siglo XIX. Su libro Del paisaje a la anatomía. José María Velasco y el conocimiento científico del siglo XIX profundiza en la dimensión intelectual del pintor.

Ambos curadores proponen una visión que sitúa a Velasco en el cruce entre arte, ciencia y botánica, invitando a reflexionar sobre su legado desde el presente ecológico.