Miércoles a lunes de 10:00 a 18:00 h
Martes: Cerrado.
VEN A DESCUBRIR LA HISTORIA DE ALGUNOS PUNTOS ICÓNICOS DE LA CIUDAD DESDE LA TERRAZA DEL MUSEO KALUZ.
La colección Kaluz se ha ido construyendo a lo largo de treinta años. Consta de un acervo de alrededor de dos mil obras cuyo diálogo propositivo busca enriquecer a los artistas entre sí. Es uno de sus objetivos, asimismo, poner en escena a grandes representantes de la pintura que han sido poco favorecidos en los círculos del arte, entre historiadores o en el mercado, y que sin embargo forman parte del imaginario plástico de México. Cuenta además, con pintores vivos representativos de nuestro tiempo.
El acervo nunca ha tenido el objetivo de constituirse como un repaso lineal del arte mexicano, se trata de una colección formada –como muchas otras– a partir del gusto de su fundador, quien ha materializado de alguna manera su mirada en ella. Además, las obras dan cuenta del país mismo. En su obra figurativa –que comienza su recorrido en el siglo XVIII y finaliza hasta nuestros días– son dignas de mención las obras de paisaje, las naturalezas muertas, el retrato y la pintura de costumbre, géneros que constituyen un relato –o múltiples relatos– de nosotros mismos, del país y el territorio, de nuestra comida y utensilios, de nuestra gente y tradiciones. Es una colección que busca exaltar los valores de lo mexicano, aquello que nos hace únicos y nos da identidad.
La colección consiste en más de 8000 objetos que comprenden desde el periodo novohispano hasta el arte contemporáneo e incluye una colección de archivo única en nuestro país del artista mexicano más importante del siglo XIX: José María Velasco con más de 2000 objetos, así como la colección más importante del Exilio Español en México con más de 800 obras. Por último la colección alberga el conjunto más importante de arte japonés de latinoamérica.
Enclavado en una esquina por demás llamativa del Centro Histórico de la Ciudad de México, frente a la Alameda Central —en el cruce de avenida Hidalgo y Paseo de la Reforma—, el emblemático edificio virreinal recubierto por tezontle y ornamentado con cantera, que fuera la hospedería agustina de Santo Tomás de Villanueva, ha sido destinado como sede de la Colección Kaluz —integrada por un sólido conjunto de obras de arte mexicano—, así como recinto de exposiciones temporales y eventos culturales de diversa índole. Con la firme convicción de que un mejor entorno nos ayuda a superar nuestra calidad de vida, el proyecto del Museo Kaluz cumple con el cometido de proteger el patrimonio inmueble nacional y con una función social de primer orden al ofrecer a la ciudad un espacio muy atractivo de acceso a la cultura y al conocimiento. Con este rescate, se abren las puertas de un inmueble cuya ubicación privilegiada dialoga con una historia urbana muy rica, que encuentra su génesis en México-Tenochtitlan y en la ciudad virreinal. Con lo anterior, la ciudad no sólo contará con un nuevo espacio recreativo que ampliará en buena medida este importante corredor cultural del Centro Histórico, cuyo corazón es la Alameda Central, sino que con esta importante obra, el costado norte —avenida Hidalgo— adquirirá a partir de ahora una imagen atractiva como la del lado sur del añejo espacio arbolado.
La historia de la Hospedería de Santo Tomás de Villanueva nos conecta con el desarrollo urbano de la antigua Tenochtitlan, especialmente con la calzada México-Tacuba, la vía más antigua del continente americano. Fundada por la orden agustina en la Nueva España, la hospedería da testimonio de su labor en América y Filipinas, y honra la figura de Santo Tomás de Villanueva. Su ubicación estratégica, en la frontera entre el centro español y los barrios indígenas, permitió que sus alrededores se consolidaran como un valioso conjunto arquitectónico hoy reconocido como Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Durante los siglos XIX y XX, el edificio tuvo múltiples usos: fue vivienda, espacio comercial, gasolinera, y más tarde el Hotel de Cortés. Sufrió diversas mutilaciones por obras urbanas como la prolongación del Paseo de la Reforma y la construcción del Metro. La restauración del inmueble buscó recuperar el esplendor de su fachada y resolver la pérdida de su esquina con un gesto artístico excepcional: el mural Jardín urbano de Vicente Rojo. Esta obra abstracta, integrada a los materiales pétreos de la fachada, aporta unidad visual y simbólica al entorno, subrayando el enfoque artístico e integral del proyecto cultural del Museo Kaluz.